La Gracia de la salvación
Dios le concedió al hombre la potestad de elegir si recibir o no ese don. ¡La Gracia jamás viene a la fuerza!
La Gracia de Dios nos es concedida con el Bautismo, y la conservamos en nosotros por medio de los sacramentos y todas nuestras buenas obras y virtudes.
La Gracia viene a nosotros, sí, pero no tirando abajo las puertas. Dios no fuerza la puerta del corazón de nadie para entrar.
La Gracia viene solamente cuando nosotros le abrimos las puertas del corazón. Ella viene, llama a nuestra puerta y, si somos de piedra y no nos afanamos en cumplir con la voluntad del Señor, no entra. Porque Dios le concedió al hombre la potestad de elegir si recibir o no ese don. ¡La Gracia jamás viene a la fuerza! ¡Nunca! Veamos lo que dice el Espíritu Santo: “Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. Pero si rehusando os oponéis, por la espada seréis devorados, que ha hablado la boca de Dios”. (Isaías 1, 19)
(Traducido de. Ne vorbește părintele Cleopa II, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2004, p. 39)