El espíritu de la Gracia obra permanentemente en la Santa Iglesia, por medio de los milagros, la conversión de los pecadores y, especialmente, con la transformación de todos los que trabajan diligentemente para el Señor, santificándolos y colmándolos de manifiestos dones gratíficos.

Estos aspectos fortalecen el testimonio de los Apóstoles y, juntos, tienen el poder de gestar, en las almas que aman la verdad, una firme certeza en la verdad de Cristo. ¡Agradezcámosle al Dios de la Verdad, Quien nos revela con toda claridad la que le es propia!

(Traducido de: zSfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Traducere din limba rusă de Adrian și Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, 2011, p. 37)