La grandeza de la Cruz
Con el madero de la Cruz, Cristo venció al maligno. El primer madero, el árbol, sirvió para mandar al hombre al infierno. Sin embargo, el segundo sirvió para sacar del infierno a quienes habían entrado allí.
¿Conoces acaso la grandeza de la Cruz? ¿Has visto su extraordinara victoria? Te diré algo más, ¡algo aún más asombroso! Sabes cuál es el punto de inicio de la victoria. Entonces, tu asombro será todavía mayor. Con la misma arma que el demonio quiso materializar su triunfo, Cristo lo venció a él. ¿Cómo es posible esto? ¡Escucha!
Una virgen, el madero y la muerte son los elementos de la victoria del maligno sobre el hombre. Todo esto es verdad. En primera instancia, al hablar de una virgen nos referimos a Eva, porque no había tenido contacto carnal con ningún hombre. El madero —árbol— que se le vedó al hombre, la justificación de Adán y la muerte misma son los otros elementos que completan el conjunto. En segunda instancia, tenemos nuevamente a una Virgen, el madero y la muerte, pero ahora se convierten en elementos de nuestra victoria: en vez de Eva, ahora es María. En vez del árbol del conocimiento del bien y el mal, ahora tenemos el madero de la Cruz, y en vez de la muerte de Adán, tenemos la muerte de Cristo. ¿Entiendes ahora cómo fue que el demonio cayó vencido por aquello con lo que él había vencido antes? Con el madero de la Cruz, Cristo venció al maligno. El primer madero, el árbol, sirvió para mandar al hombre al infierno. Sin embargo, el segundo sirvió para sacar del infierno a quienes habían entrado allí. El primer madero escondió a Adán desnudo, en tanto que el segundo se hizo vencedor sobre todo. El primer madero condenó también a quienes estaban con él, en tanto que el segundo hizo resucitar a Aquel que existía desde antes. ¿Hay alguien que pueda expresar con palabras el poder de Dios? De mortales nos hicimos inmorales. ¡En esto consiste la grandeza de la Cruz!
(Traducido de: Sfântul Clement de Ohrida, Cuvinte și învățături de folos pentru orice creștin, Editura Sophia, 2014, pp. 59-60)