Palabras de espiritualidad

La gula y sus retoños

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

La oración pura, las lágrimas y la contrición se han disipado y la labor silenciosa de la mente ha cesado. Y han venido a reemplazarles el orgullo, los malos hábitos y la falsedad, la mentira, la envidia, y toda clase de deseos de vanagloria.

¡Oh, desvergonzado vientre, que nunca te llenas! ¡Es por ti que nosotros, los monjes insensatos, nos convertimos en juguetes de los demonios! Tú eres la causa de toda impureza, del sueño desmedido y de todo lo que mata al alma. De ti brotan la vulneración de los mandatos evangélicos, la avaricia incontenible y toda clase de riñas. Con todo esto, el recuerdo de la muerte, el amor divino y el temor de Dios desaparecen de las almas de los monjes. La oración pura, las lágrimas y la contrición se han disipado y la labor silenciosa de la mente ha cesado. Y han venido a reemplazarles el orgullo, los malos hábitos y la falsedad, la mentira, la envidia, y toda clase de deseos de vanagloria, así como la fuente de todos los males: la codicia y el quitarle a Dios lo que es Suyo. Todo esto es seguido por la terrible usura, misma que, por carecer de toda humanidad, atrae la ira de Dios. ¡Oh, gula! ¡Por ella es que nosotros, los monjes insensatos, caemos hasta el fondo del infierno! ¡Dichoso de aquel que te ha sometido a su razón y ha amado con toda el alma la pobreza y la vida sencilla! Semejante hombre, ciertamente, se ha conocido a sí mismo y, así, se ha hecho libre. Nosotros, quienes te obedecemos, somos tus esclavos y, debido a las pasiones que engendras, nos asemejamos a los terneros, aunque fuimos creados por la santa mano de Dios, según Su imagen divina.

(Traducido de: Sfântul Maxim Grecul, Viaţa şi cuvinte de folos, Editura Bunavestire, Galaţi, 2002, p. 162)