En el monte Sinaí, en la Santa Cima, antigumente se oficiaba, en el día del Pentecostés, la Divina Liturgia de Santiago. Sucedió que, una vez, una gran multitud de monjes se reunió para honrar dicha festividad.

Cuando el sacerdote llegó a la parte donde se dice: “Cantando el himno de victoria…”, se escuchó un fragor, al cual todas las montañas respondieron con un sonido, proclamando: “Santo, Santo, Santo es el Señor…”.

Aquel fragor, aquel sonido permaneció resonando durante una media hora. Sin embargo, no todos lo notaron, solo aquellos que tenían oídos para escuchar el himno de los ángeles.

(Traducido de: Minuni şi descoperiri din timpul Sfintei Liturghii, Editura Egumeniţa, 2000, p. 62)