Nuestros visitantes vienen en el nombre de Cristo.

Por eso los recibimos con amor, los hacemos descansar, los albergamos, porque junto a ellos viene también Cristo a visitarnos. Así, con ellos tenemos a Cristo entre nosotros.

Nuestro Señor nos pide que amemos a nuestro semejante, como a nosotros mismos. Es decir, “con medida”, de la misma forma en que te amas a tí mismo. Y algunos de los Padres de la Iglesia dicen: “tampoco entregues tu amor al prójimo sin medida, sino mesuradamente”

En primer lugar tienes que ser caritativo con los que viven contigo, luego con tus parientes y, en tercer lugar, con los demás. Lo mismo con la hospitalidad: limitada a cada caso y sus circunstancias. Porque el arrojarnos a las profundidades del mundo, muchas veces nos daña más que ayudarnos.

(Traducido de: Arhimandrit Cleopa Ilie, Îndrumări duhovniceşti pentru vremelnicie şi veşnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 177)