Palabras de espiritualidad

La humildad que vence al egoísmo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

¿Cuál es la causa de todas las riñas, las disputas y la separación de las familias? ¡El egoísmo! ¡Cuando el amor se va, también se va Dios!

Aquel que nos desprecia, nos acusa injustamente y nos condena, toma el lugar del fuego que cauteriza la herida de nuestro egoísmo, para que podamos sanar. Dios se lo permite, precisamente para que recobremos la salud, porque, mientras seamos egoístas, mucho habremos de sufrir. Cuando llegue el tiempo adecuado, cuando tengamos humildad, dejaremos de sufrir y vendrán a nosotros la paz y el sosiego.

San Antonio el Grande decía: “Cada vez que asumo la culpa de algo, inmediatamente viene la paz e inunda mi alma. Por el contrario, cuando hago culpables a los demás y afirmo que son ellos los que han faltado, y no yo, siento en mi interior una fuerte estrechez y amargura”. He aquí el camino: asume la culpa para ti mismo, repréndete a ti mismo, y repite: “Yo fui quien se equivocó: por mis pecados fue que Dios permitió que todo esto me ocurriera. Por ser egoísta, Dios lo consintió. Para mi propio beneficio, Dios accedió a que el sufrimiento me sobreviniera”. Pero, si decimos: “¿Por qué a mí? ¿Por qué tenía que pasarme esto?”, seguiremos alimentando la enfermedad de nuestro egoísmo.

¿Cuál es la causa de todas las riñas, las disputas y la separación de las familias? ¡El egoísmo! ¡Cuando el amor se va, también se va Dios!

(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere de Părintele Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, p. 28)