La humildad, una virtud necesaria
El sol de la justicia amanece en nosotros solamente por medio de la humildad, y esta aleja de nuestro interior las fieras de las pasiones.
Hablaremos ahora de las virtudes esenciales para nuestra transformación interior. La perseverancia en cultivar el amor al prójimo aparta cualquier pasión: “Esfuérzate en amar a todos de la misma manera, y apartarás de un tajo todas las pasiones”, nos enseña San Tarasio.
La oración incesante —la “Oración de Jesús”— constituye otra forma de alejar las pasiones. “La constante invocación del Nombre de Dios es un medicamento que destruye no solamente todas las pasiones, sino también sus efectos sobre nosotros. Porque, tal como el médico prescribe un tratamiento o pone una compresa sobre la herida, y con esto ayuda al enfermo sin que este sepa exactametne cómo lo hace, así también el Nombre de Dios, cuando lo invocamos, aparta todas las pasiones, aunque no entendamos cómo” (Santos Barsanufio y Juan).
San Juan Climaco valora la humildad como el remedio para todas las pasiones: “En pocas palabras, la humildad es realmente la muerte de todas las pasiones... De esta forma, quienes la alcancen, habrán vencido todas sus pasiones”. El rey David, refiriéndose a las fieras del bosque, dice: “Se retiran al salir el sol y van a tumbarse en sus guaridas” (Salmos 103, 23). Veamos cómo interpreta San Juan Climaco este versículo: “Si gracias a la humildad ha salido nuevamente el sol en nosotros, las fieras ser retiran a sus guaridas, es decir, a los corazones que aman los placeres, pero lejos de nosotros”. El sol de la justicia amanece en nosotros solamente por medio de la humildad, y esta aleja de nuestro interior las fieras de las pasiones.
(Traducido de: Mitropolitul Hierotheos Vlachos, Psihoterapia ortodoxă: știința sfinților părinți, traducere de Irina Luminița Niculescu, Editura Învierea, Arhiepiscopia Timișoarei, 1998, pp. 329-330)