Palabras de espiritualidad

La humildad y la oración

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

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La oración requiere perseverancia y un fervor especial, para que el alma sienta compunción y la mente se dirija solamente a Dios.

La verdadera oración es incesante; por eso, la mente que ora así no se dispersa. La oración requiere perseverancia y un fervor especial, para que el alma sienta compunción y la mente se dirija solamente a Dios. No debemos orar con palabras vacías, sino que nuestra oración debe centrarse en cosas buenas y de provecho. La humildad lleva la oración a cualquier parte, y la oración es una muestra de la humildad. Así, conociéndonos, llamamos el poder de Dios.

Mantengamos a Cristo y a Dios Padre ante nuestros ojos, iluminados por la oración del Espíritu. Cuando oramos, si no hablamos con Dios, ¿cómo podría escucharnos Él? La oración nos une con Dios, porque es un diálogo espiritual y la comunión de la mente con Aquel que es más bondadoso y glorioso que todo lo que existe.

La oración es auxilio para nuestra vida, es una conversación con Dios, es olvidar todas las cosas del mundo y alzarnos al Cielo. Por medio de la oración nos trasladamos hasta donde está Dios. Orando, nos volvemos perseverantes e inmutables, si verdaderamente creemos que estamos junto a Dios.

(Traducido de: Monahul Teoclit Dionisiatul, Sfântul Nectarie din Eghina Făcătorul de minuni, Editura Sophia, p. 202)