La Iglesia y el espíritu del mundo
“No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino”.
La Iglesia es perseguida, en el sentido espiritual de la palabra. Las películas más repulsivas y los libros más insidiosos de nuestros días tratan precisamente sobre Jesús o los Apóstoles, en tanto que las peores pasiones humanas se han vuelto un espectáculo para el mundo entero. ¿Qué otra cosa vemos en el televisor, que la demostración del desenfreno y el pecado? Y siguen apareciendo cosas similares. ¿Han visto lo que escriben los diarios? Nunca aparece algo bueno. Sólo tonterías, sólo miserias... Vivimos en un mundo pecador, que intenta impedirnos asistir a la Iglesia de Dios, para que no seamos parte del Cuerpo místico de Jesús, porque la Iglesia es el Cuerpo místico de nuestro Salvador Jesucristo, y cada uno de nosotros somos un miembro suyo.
Dice el Santo Apóstol Pablo que si uno de los miembros sufre, el cuerpo entero sufre, y no es posible que un miembro viva solo, sin los demás. El ojo no puede decir: “¡Oye, cuerpo, no me agradas... dejaré de servirte!”, o el corazón: “¡No me gustas, no te serviré más!”, porque todos conformamos un cuerpo orgánico y esta unidad espiritual se manifiesta en la Iglesia. Cada uno es un miembro, cada uno ayuda al otro y todos juntos formamos el Cuerpo místico de Cristo. En la Iglesia nadie permanece indiferente cuando hay alguno enfermo; en la Iglesia nadie se aparta de aquel que necesita ayuda. En la Iglesia nadie pasa junto a quien ha caído en desgracia, aunque no le conozca. Este es el cristianismo, este es Dios, esta es la Iglesia y la santidad. Juntos hacemos una comunidad, un ser unido en el espíritu, todos los miembros de esta Iglesia, vivos y muertos. Por eso es que realizamos los oficios en memoria de los difuntos. La Iglesia triunfante en los Cielos y la Iglesia que lucha en este mundo conforman un solo cuerpo. Y este Cuerpo es el mayor enemigo de la política, del ateísmo, de la vileza humana y de todos los sistemas que gobiernan en nuestros tiempos.
Al tratarse de un ente comunitario, la Iglesia no puede ser manipulada por algún gobierno internacional ateo o el gobierno propio, porque hay una resistencia espiritual mística del Cuerpo de Cristo en este mundo. Por eso, todas las fuerzas adversas se dirigen hacia nosotros. Como dice el Señor: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré Mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. Siempre habrá en el mundo un núcleo de la verdad espiritual que es la Iglesia. Y este es el pequeño rebaño al que se refiere el Señor: “No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino”.
(Traducido de: Părintele Gheorghe Calciu, Cuvinte vii, Editura Bonifaciu, p. 75-76)