Palabras de espiritualidad

La Iglesia y el lazo de la oración que nos une con Dios

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

La oración es la acción de Dios, y Él obra por medio de la oración. La Iglesia es el punto de encuentro sensible entre nuestra oración y el poder de Dios. 

Con la oración, el alma pierde su petrificación: se vuelve sensible, receptiva y abierta a la energía de Dios. La Iglesia es el lugar y la forma del poder de Dios, actuando sin cesar entre los hombres y en ellos, porque ella misma es el lugar de la oración. La oración es la acción de Dios, y Él obra por medio de la oración. La Iglesia es el punto de encuentro sensible entre nuestra oración y el poder de Dios.

El sentido de la oración en la Iglesia Ortodoxa sería incomprensible si nos faltara esa confianza en el poder de Cristo, obrando por medio del Espíritu en los miembros de la Iglesia. La oración por la cual pedimos la acción de Dios, así como la respuesta divina, son obras del Espíritu. La Iglesia constituye el campo del Espíritu, el lugar donde se realiza la salvación. Aquí es importante recordar el hecho que las oraciones de los fieles en sus casas, como en cualquier otro lugar, son también oraciones “en” la Iglesia, porque la Iglesia está presente allí en donde se halla tan sólo uno de sus miembros.

La oración implica una salvación que se realiza en “sinergia”, en colaboración. La Iglesia aparece, así, como una comunidad orante de aquellos que saben que por medio de la oración reciben la fuerza transformadora y redentora de Cristo, de aquellos que se han vuelto sensibles ante este poder, capaces de realizar su experiencia.

(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, Rugăciunea lui Iisus și experiența Duhului Sfânt, Editura Deisis, Sibiu, 1995, pp. 103-104)