La imagen divina no se pierde ni siquiera en el hombre que actúa en contra de Dios. Porque éste no podría actuar contra Dios, si no pudiera seguir conservando su propio pensamiento y libertad. Pero se trata de una imagen que se ha ido deformando. La opción por el mal puede ser sostenida con toda clase de argumentos racionales y presentada como algo bueno. Pero inmediatamente se percibe, en esta argumentación, que es algo forzado y que carece de sinceridad. Hasta se puede matar, aduciendo que se hace por amor a la humanidad. Ciertamente, se puede hacer toda clase de esfuerzo para argüir que lo malo es bueno. Pero el mal se siente, se vive como algo malo, no como algo bueno. La argumentación del mal como bien no es capaz de ganarse el acuerdo del sentir general, como sí lo hace el bien.

(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, nota 557 la Sfântul Maxim Mărturisitorul, Ambigua, Editura Institutului Biblic şi de Misiune al Bisericii Ortodoxe Române, Bucureşti, 1983, p. 260)