Palabras de espiritualidad

La imperiosa necesidad de arrepentirnos, si queremos salvarnos

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

La contrición, junto con la confesión de los pecados, nos purifica de todas las iniquidades cometidas después de ser bautizados.

La confesión es algo tan beneficioso para nosotros, los pecadores, que tendríamos que proclamar con firmeza: “¡Sin el Sacramento de la Confesión, no existe la salvación para nadie!”. El abbá Isaías da testimonio de esto, cuando dice: “Si no existiera la contrición, nadie se salvaría. Tal como el Bautismo nos limpia del pecado primigenio y de todos los demás pecados cometidos hasta ese día, así también, la contrición, junto con la confesión de los pecados, nos purifica de todas las iniquidades cometidas después de ser bautizados”.

La contrición es un medicamento que destruye el pecado. Es un don celestial, una fuerza prodigiosa, que, con la Gracia de Dios, supera la fuerza y la severidad de las leyes. La contrición nos recibe a todos, y a todos nos cambia. Todo lo renueva, porque es un fuego que purifica todas y cada una de nuestras faltas.

(Traducido de: Arhimandritul Serafim AlexievViața duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 87)