La importancia de la bendición del padre espiritual
“¡Estén en paz, llénense de serenidad, pídanle a Dios...! ¡La Madrecita del Señor no nos deja...!”.
Si alguien no tomaba en cuenta la bendición del anciano y hacía algo en contra de su voluntad, jamás le salían bien las cosas. Y si el padre Paisos (Olaru) decía: “Bien, es la voluntad de Dios que salgas y hagas esto o aquello, tienes la bendición…”, todo salía bien, con provecho y hasta con alegría, porque contaba con su bendición y oración, y también la de la Santa Iglesia.
Algunas veces, el anciano decía:
—¡Qué no hace el hombre con tal de obtener la paz espiritual!
Otras veces les decía a los que venían agitados:
—¡Debes volver a ese punto en el que perdiste la paz de tu corazón!
Una vez, dos monjas, discípulas suyas, se sentían muy confusas y no tenían paz. De noche, cuando volvieron de la iglesia, encontraron un papelito pegado en la puerta de su celda, traído por un desconocido, de parte del padre Paisos, en el que estaba escrito:
—¡Estén en paz, llénense de serenidad, pídanle a Dios...! ¡La Madrecita del Señor no nos deja...!
Al leer esas breves palabras, ambas monjas sintieron que la paz venía a sus almas, aunque sin poder explicarse cómo su padre espiritual se había enterado de su intranquilidad.
(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan, Părintele Paisie Duhovnicul, Editura Trinitas, 1993, pp. 117-118)