La mente que se une a Dios y permanece en Él con amor y oración se vuelve buena, sabia y fuerte, amorosa para con todos, piadosa y generosa; en consecuencia, adquiere todas las características divinas.

Al contrario, cuando se aleja de Dios, la mente se “animaliza”, o empieza a buscar más y más placeres, o se vuelve salvaje, luchando contra los demás por cuestiones puramente materiales.

(Traducido de: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, traducere de Nicușor Deciu, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 186)