Los incrédulos contemporáneos, cuando tienen cultura científica, no se atreven a negar simple y llanamente a Dios, como sí lo hacían los ateos de antes. Entienden que la probabilidad de la existencia de un creador del universo se impone, razón por la cual prefieren situarse en la postura del agnosticismo, recurriendo a las metáforas técnico-científicas. Así, Arthuir Koestler: dice: “Dios no responde. Será porque ha preferido desconectar su teléfono”.

(Lo que queda pendiente, es ver: a) si lo llamamos; b) si sabemos qué pedirle, porque si le pedimos a Dios que resuelva nuestros problemas de organización terrenal, justificadamente tendríamos que escuchar: “número equivocado”.)

(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Jurnalul fericirii, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2005, p. 348)