La incredulidad que reina en nuestros días
Actualmente, todo el mal proviene de la falta de fe. Antes las personas creían. Aún el más indiferente guardaba un poquito de fe en su interior.
Padre, algunas personas que no creen en Dios son dominadas por un fuerte deseo de conocer el mundo, viajar, divertirse...
—Cuando el hombre no cree en la vida eterna, busca la forma de conocer el mundo y distraerse con una u otra cosa... Y, finalmente, ¿qué es lo que elige? Porque en su interior sigue habiendo un vacío. En tanto que, si tiene fe en Dios, conoce a Dios y Él lo conoce también. Y así es como siente que ha alcanzado la realización de su alma.
Actualmente, todo el mal proviene de la falta de fe. Antes las personas creían. Aún el más indiferente guardaba un poquito de fe en su interior. Puede que las personas fueran más simples, puede que no entendieran gran cosa de lo que escuchaban en la iglesia. Algunos ni siquiera sabían que tenemos cuatro evangelios, porque pensaban que eran doce, como los Apóstoles. ¡Pero qué fe y qué devoción la suya! ¡Qué coraje el de las más sencillas enfermeras! ¡Cuántas de ellas se enrolaban voluntariamente para asistir a los heridos durante la guerra! Tenían fe y un sólido espíritu de sacrificio. Por eso es que ayudaban tanto a sus semejantes. ¡Hace unos días me hablaron de un paciente que, cuando se puso a pronunciar el “Credo” estando hospitalizado, la enfermera a cargo comenzó a golpearlo, pensando que estaba invocando alguna cosa de brujería! ¡La gente ya ni conoce nuestro Símbolo de Fe! ¡A dónde hemos llegado! Le preguntas a un joven: “Tú ¿en qué crees?”, y él te responde: “No sé, aún no he llegado a una conclusión”. “¿En qué creen tus padres?”. “No sé, no les he preguntado”. ¡No les interesa saber en qué creen sus padres! ¿Cómo ayudar a alguien que es tan indiferente?
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Patimi și virtuți, Ed. Evanghelismos, București, 2007, p. 278)