La invocación diaria del Nombre del Señor
Cuando ores, esmérate, sabiéndote indigno de pronunciar ese Nombre que es exaltado sin cesar en Cielos y tierra por los ángeles y los hombres.
«De momento, aférrate a la oración y no dejes de practicarla. Cuando ores, esmérate, sabiéndote indigno de pronunciar ese Nombre que es exaltado sin cesar en Cielos y tierra por los ángeles y los hombres. Y acepta los sufrimientos como si fueran un tesoro, porque facilitan la práctica de la Oración de Jesús.
Te aburres, porque no te acuerdas de nuestro Señor Jesucristo… Quizás por eso te cueste acostumbrarte a practicar la Oración de Jesús.
Al comienzo, los nubarrones de los pensamientos obstaculizan que hagamos esta bella oración. Después, poro a poco, esas nubes van desapareciendo. Y es que la Oración de Jesús no solo no te cansa, sino que también te ayuda a escuchar la lectura y los cánticos. Además, favorece la oración común en la iglesia y en la celda, endulzando el corazón. En verdad, esta oración tranquiliza el corazón y el espíritu, e ilumina nuestros pensamientos... Sé perseverante en la humildad, y esta oración te acompañará siempre. No te apresures, más bien espera el auxilio de Dios».
(Traducido de: Starețul Anatolie de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 104)