La libertad del hombre
Apartándose de la ley divina y de la voluntad de Dios, que es infinita, se ciñe al estrecho y limitado círculo de una voluntad que es finita, a la voluntad del cuerpo y a la inclinación de una naturaleza caída bajo los sentidos y sus apetitos.
La libertad del hombre, sometida a la ley de Dios, no tiene límites, porque es, como todo lo divino, infinita, y lo infinito no solo no admite límite alguno, sino que también ensancha y extiende lo que viene con él.
Con todo, la libertad del hombre se limita cada vez que se aparta de la ley divina y se opone a la voluntad del Creador, porque, apartándose de la ley divina y de la voluntad de Dios, que es infinita, se ciñe al estrecho y limitado círculo de una voluntad que es finita, a la voluntad del cuerpo y a la inclinación de una naturaleza caída bajo los sentidos y sus apetitos.
(Traducido de: Sfântul Nectarie de Eghina, Despre îngrijirea sufletului, Editura Sophia, București, 2009, p. 14)