La libertad y la esclavitud
El propósito de la libertad es servir a Dios y a nuestros semejantes, con todo amor.
Si no tienes fe en Dios, no podrás soportar el yugo ni conservar la libertad.
A las puertas de cada país cristiano deberían ponerse por escrito, con letras grandes, estas palabras del Apóstol Pablo: “Hermanos, vosotros habéis sido llamados a ser hombres libres; pero procurad que la libertad no sea un pretexto para dar rienda suelta a las pasiones, antes bien, servíos unos a otros por amor”. (Gálatas 5,13)
Así pues, conforme a las enseñanzas cristianas, el propósito de la libertad es servir a Dios y a nuestros semejantes, con todo amor. La esclavitud consiste en servirle a un señor, pero no voluntariamente, sino a la fuerza, sin dignidad personal y sin responsabilidad.
Mientras más grande sea la responsabilidad, más grande debe ser el servicio de cada uno y la responsabilidad de cada uno. Así es como el alma del hombre se perfecciona y se acerca de Dios. Y es que también el Hijo del Hombre vino al mundo no para ser servido, sino a servir.
(Traducido de: Nicolae Velimirovici, Tărâmul inaccesibil, Editura Cathisma, București, 2007, p. 83)