La “llamada” de medianoche
No descuiden la oración. Al comer, por la mañana, mediodía y noche. No la descuiden por ningún motivo, sin importar cuán ocupados o cansados estén. Es una cuestión de sacrificio personal y, sobre todo, de amor.
“Padre”, le preguntaron una vez dos jóvenes recién casados, “de noche, cuando volvemos del trabajo, no tenemos ya ganas de orar”.
La respuesta no se hizo esperar: “¿Pero ganas de comer si les quedan? Porque así como no dejan de comer, aún estando cansados, así, y aún más, no deben dejar nunca de alimentarse espiritualmente, en su relación con Dios. No descuiden la oración. Al comer, por la mañana, mediodía y noche. Sobre todo, la del oficio nocturno. No la descuiden por ningún motivo, sin importar cuán ocupados o cansados estén. Es una cuestión de sacrificio personal y, sobre todo, de amor. Si de madrugada reciben una llamada de alguien querido, ¿cómo, aún asueñados y extenuados, consiguen tomar el teléfono y hablar, algunas veces hasta dos horas seguidas, sin quejarse, sino hasta alegrándose?”
(Traducido de: Padre Epifanie I. Teodoropulos, Crâmpeie de viaţă, Editura Evanghelismos, Bucureşti, 2003, p. 103)