Palabras de espiritualidad

La lucha que hoy en día se libra en contra de Dios y la Verdad

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Muchas personas, cuya actitud ante Dios y ante la Verdad puede parecer ambigua, revelan con claridad su nihilismo con la conducta que asumen ante “el maldito y fatal principio de autoridad”, para utilizar las palabras de Bakunin.

La rebelión nihilista es una guerra en contra de Dios y contra la Verdad, pero pocos nihilistas son conscientes de ello. El nihilismo teológico y filosófico explícito está reservado para pocas almas, muy particulares; para la mayoría de los demás, la revuelta nihilista toma la forma inmediata de una lucha contra la autoridad. Muchas personas, cuya actitud ante Dios y ante la Verdad puede parecer ambigua, revelan con claridad su nihilismo con la conducta que asumen ante “el maldito y fatal principio de autoridad”, para utilizar las palabras de Bakunin.

De esta forma, la “revelación” nihilista declara, de forma inmediata, la aniquilación de la autoridad. A algunos de los paladines del nihilismo les gusta hablar de “la corrupción”, “los abusos” y “las injusticias” del Viejo Orden, como justificación para alzarse contra él. Sin embargo, esos aspectos —cuya existencia nadie puede negar— a menudo han constituido un pretexto, pero jamás una causa, para los embates nihilistas. El ataque del nihilismo se dirige en contra de la autoridad misma. En lo que respecta a los ámbitos político y social, el nihilismo se manifiesta en forma de una revolución, cuyo propósito no es un simple cambio o una reforma en el ejercicio del poder y en el orden existente, sino la creación de una idea totalmente nueva sobre el objetivo y los medios para gobernar. En la esfera de lo religioso, el nihimismo no busca una simple reforma de la Iglesia y ni siquiera la fundación de una “iglesia” o “religión” nuevas, sino modificar totalmente las ideas de “religión” y “vida espiritual”. En el arte y la literatura, al nihilista no le preocupa cambiar los antiguos cánones estéticos con respecto al tema de la obra o al estilo, ni la creación de nuevos géneros o tradiciones, sino abordar desde una nueva perspectiva el problema de la “creación” artística y generar una nueva definición de “arte”.

El nihilismo ataca los principios primordiales de estas disciplinas, y no las simples, lejanas o imperfectas aplicaciones de esos principios. La carencia de orden, tan evidente en la política, la religión y el arte de la modernidad, al igual que en otros campos de la actividad humana, es el resultado de la destrucción intencionada y sistemática de la autoridad que subsiste en ellos. La política y la moral carentes de principios, la expresión artística falta de disciplina, la “experiencia religiosa” desprovista de discernimiento, todo eso es consecuencia directa de la aplicación de una actitud de subversión en las ciencias y las disciplinas que antes eran estables.

(Traducido de: Ieromonahul Serafim RoseNihilismul: rădăcina revoluției în epoca modernă, traducere din limba engleză de Dana Cocargeanu, Ed. a 2-a, Editura Sophia, București, 2012, pp. 100-102)