La Madre de nuestro Señor, culmen de la deificación
Cuando nació, todas las generaciones dieron un suspiro de alivio, porque había venido al mundo aquella que habría de redimir a la humanidad entera con el nacimiento del Hijo de Dios.
Ella es la Madre de Jesucristo y Madre de todos los que se salvan. ¿Quién la llamó primero “Madre del Señor”? Isabel, la madre del profeta Juan, quien le dijo a la Virgen María: “¿Y cómo es que la madre de mi Señor viene a mí?” (Lucas 1, 43). Ella es la que fue profetizada desde el Edén que aplastaría la cabeza de la serpiente, ella es la que habría de redimirnos de la caída en el pecado.
Cuando nació, todas las generaciones dieron un suspiro de alivio, porque había venido al mundo aquella que habría de redimir a la humanidad entera con el nacimiento del Hijo de Dios. Y, encarnándose, Él se convirtió en el Hijo del Hombre. Todo cristiano devoto tiene un sentimiento santo para con aquella que dio a luz a Jesucristo, porque, aun siendo ella una de nosotros, los hombres, alcanzo la cima de la deificación, engendrando a Jesucristo, nuestro Dios.
(Traducido de: Diaconul Gheorghe Băbuț, Maica Domnului, ocrotitoarea României, Editura Pelerinul Român, Oradea, 1992, p. 3)