La mejor forma de alcanzar la tan anhelada humildad
Acuérdate de tus faltas… Atribúyele a Dios el bien que hayas obrado hasta este momento y agradécele a Él por todo. No te atribuyas nada a ti mismo.
¿De qué forma tenemos que buscar la humildad?
—Tienes que esforzarte en conocerte a ti mismo, tus defectos, tus debilidades y tus límites, analizando una y otra vez todo eso con los ojos del alma. Medita mucho sobre la grandeza de Dios y tu estado de pecador; piensa en la humildad de Cristo. ¡Qué grande es Su amor por nosotros y qué inmensa es Su humildad! Son misterios insondables para la mente. Piensa todo el tiempo en lo que te propone el Santo Evangelio. No te confíes, pensando en lo bueno que has logrado hasta ahora; piensa, más bien, en lo que aún no has alcanzado. Acuérdate de tus faltas… Atribúyele a Dios el bien que hayas obrado hasta este momento y agradécele a Él por todo. No te atribuyas nada a ti mismo.
(Traducido de: Sfânta Xenia cea smerită și nebună pentru Hristos, traducere de prof. Elena Călin, Editura Egumenița, Galați, p. 29)