La muerte puede ser fuente de vida
En cierta ocasión, escuché a un stárets decir lo siguiente: “El don más grande que Dios le concedió al hombre es la muerte y nadie podrá quitárselo jamás”. ¡Qué palabras tan ciertas!
En cierta ocasión, escuché a un stárets decir lo siguiente: “El don más grande que Dios le concedió al hombre es la muerte y nadie podrá quitárselo jamás”. ¡Qué palabras tan ciertas! Todos moriremos y cada quien puede valerse de este final inevitable, heredado como consecuencia de la caída de Adán, como uno de los más grandes dones de Dios. Luego, tenemos que enfrentar la muerte con valentía, siguiendo el ejemplo de los mártires, quienes testimoniaron: “¡Si todos hemos de morir, al menos muramos como es debido!”.
El padre Sofronio nos contaba que, en tiempos de la guerra con Alemania, el pueblo ruso tuvo que soportar un gran número de sufrimientos, a cuál más atroz; millones de personas perdieron la vida, sea luchando en el campo de batalla o por causa del hambre. A pesar de que eran tiempos tan difíciles, un sacerdote de Moscú les propuso a sus fieles:
—Querámoslo o no, ahora todos estamos ayunando. Así pues, oficiemos todos los días la Divina Liturgia, comulgando todos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Ningún deceso más se registró en esa parroquia. El párroco les inspiró un fervor tal a sus feligreses, que aceptaron voluntariamente el hambre que involuntariamente tenían que enfrentar, transformando la muerte en fuente de vida. Todas esas personas utilizaron ese impulso como una forma de presentarse ante Dios, Quien dijo: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4, 4; Lucas 4, 4). Y, a cambio, Dios les concedió fuerzas y vida en Cristo, Quien es “el pan que ha bajado del Cielo” (Juan 6, 41) y “Palabra de Vida” (Juan 1, 1), y a todos los libró de la muerte.
(Traducido de: Arhimandritul Zaharia Zaharou, Adu-ți aminte de dragostea cea dintâi (Apocalipsa 2, 4-5) – Cele trei perioade ale vieții duhovnicești în teologia Părintelui Sofronie, Editura Doxologia, Iași, 2015, pp. 171-172)