Palabras de espiritualidad

La muerte que se transforma en don

    • Foto: Constantin Comici

      Foto: Constantin Comici

Si en el Paraíso el hombre tuvo una gloria especialmente grande, ahora, después de su caída y miseria, Dios le dará, o nos dará, una gloria incomparablemente más grande que la anterior.

“¡Me has insultado! Me has abandonado. Has obedecido al demonio. Le has dado toda tu confianza. Si hasta ayer no conocías al maligno, hoy, de una sola vez, le has hecho tu mejor amigo, tu dueño. Yo he respetado siempre tu libertad, a pesar de que era a Mí a quien se la debías, pero tú preferiste someterla al más cruel de tus enemigos. Te has convertido, sin darte cuenta de ello, en su mejor colaborador, para el peor de tus infortunios. Y, ante todo, no eres capaz de entender que él te está utilizando, para que, por medio de tu propia persona, pueda introducir y enraizar el mal eterno en tu reino, en el lugar donde yo te puse, el Paraíso, de manera que nunca, pero nunca, puedas hallar descanso.

Pero ahora, en la miseria en la que te hallas, no te voy a castigar. Tú me abandonaste, pero Yo no te compensaré con lo que tú injustamente me hiciste a Mí, sino que te voy a llenar con mi amor más infinito. Seguramente partirás, precisamente para que proteja tu Paraíso. Inevitablemente habrás de morir, y llorarás por ello. Pero todo esto, debes saberlo, es necesario para tu propio bien. Y no olvides que es algo temporal. Tu propia muerte será algo temporal. Temporal es también tu exilio del Paraíso. Confía en Mí. Y no pierdas la esperanza. Yo estaré siempre a tu lado, junto a ti. Y desde ya te anuncio que te estoy preparando tu glorioso retorno al sitio que pertenecías antes de la caída. Te lo prometo, y así será. Por tu infortunio, Mi amor por ti ha crecido. Por eso, a tu regreso y restauración te daré mucho más de lo que te di antes de que cayeras.”

Estas líneas pertenecen a San Gregorio el Teólogo y se acercan analíticamente al sentido de las palabras de nuestro tema. Para demostrar de forma emocionante el amor de Dios por el hombre, San Gregorio proclama estas palabras Suyas: “Te daré una gloria aún mayor de la que tenías antes”. Es decir, si en el Paraíso el hombre tuvo una gloria especialmente grande, ahora, después de su caída y miseria, Dios le dará, o nos dará, una gloria incomparablemente más grande que la anterior.

Esto es exactamente lo mismo que nos revela San Juan el Evangelista, cuando dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios... y aún no se nos ha mostrado lo que seremos”. De esta forma, tomando en cuenta dichas palabras y recibiendo la inspiración divina, San Gregorio concluye: “¡Creo que así es como Dios castiga!”. También yo creo que así es como castiga, mostrándonos Su amor.

¡Ciertamente, la muerte es una desgracia para el hombre, pero nuestro Buen Dios la transforma en un inefable don para todos!

(Traducido de: Nikos Nikolaidis, De ce moartea și starea dincolo de mormânt?, traducere Laura Enache, Editura Obștea creștin ortodoxă „Lydia”, Cipru, 2016)