Palabras de espiritualidad

La naturaleza saluda a un santo en su día

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

El día en que se conmemora a San Gerásimo, cuando sus santas reliquias son llevadas en procesión, dicha fuente participa también en las festividades, de una forma verdaderamente impresionante.

Vamos hablar ahora de un venerable monje del siglo XVII, San Gerásimo de Cefalonia, y del lugar donde desarrolló su vida monacal. La tradición dice que en esa región había hasta cuarenta pozos. Uno de ellos, situado justo a un lado del monasterio de San Gerásimo, presenta unas características dignas de ser mencionadas.

El día en que se conmemora a San Gerásimo, cuando sus santas reliquias son llevadas en procesión, dicha fuente participa también en las festividades, de una forma verdaderamente impresionante. Lo explicaremos a continuación.

En las dos fiestas dedicadas a San Gerásimo, el 16 de agosto (cuando se conmemora su muerte) y el 20 de octubre (cuando se recuerda la exhumación de sus santas reliquias), se saca de la iglesia el cofre con las reliquias y es llevado en procesión. Cuando la procesión pasa frente al pozo, todo el mundo se detiene y empieza a orar. Y lo que sucede después es algo prodigioso. El agua del pozo empieza a subir hasta la boca de la fuente misma, de manera que muchos dicen que es como si el agua quisiera ver y venerar las reliquias del santo. Y los presentes, ya sea con sus propias manos o con vasijas llevadas especialmente para tal fin, toman de esa agua y la beben para ser bendecidos por San Gerásimo.

Pero, una vez termina el día de la fiesta, específicamente, después de las doce de la noche, el nivel del agua empieza a descender y vuelve al punto en el que se hallaba anteriormente. Tristemente, este milagro ha dejado de ocurrir, y solo Dios sabe la causa. Parece que los cristianos de antes eran más dignos de que se les monstraran esas señales divinas.

Antes de 1925, también sucedía otra cosa extraordinaria. Junto a la fuente había un árbol muy grande, una platanera, sembrada por el mismo santo. Le llamaban “pentadáctilo” (con cinco dedos), por sus cinco ramas. ¡Este árbol, cada vez que la procesión con las reliquias pasaba frente a él, doblaba sus ramas, como haciendo una reverencia! Muchos ancianos de la zona todavía se acuerdan de esto con gran devoción.

La fuente de San Gerásimo nos recuerda otros sucesos semejantes. No es extraño que las aguas que tienen relación con algún acontecimiento santo procuren participar en la conmemoración festiva de ese hecho o de esa persona santa.

Se sabe que un milagro exactamente igual tiene lugar con la Madre del Señor de Egio, cuando en la iglesia se celebra su fiesta. Las aguas de la fuente se levantan desde la profundidad, como queriendo participar en la bendita efeméride.

(Traducido de: Arhimandritul Daniil Gouvalis, Minunea credinței, Editura Bunavestire, pp. 136-137)