La oración, como causa para la recepción plena de la Gracia, es también causa de sanación para el hombre, ayudando a su restablecimiento.

Por medio de la oración, el hombre se dirige a Cristo, Médico de almas y cuerpos, para recibir de parte Suya la curación de toda maldad. Dios es su único auxilio. “Sabemos”, dice San Barsanufio, “que los enfermos necesitan siempre de un médico y sus remedios. (...) Por eso, el profeta clamaba, diciendo: «Señor, Tú eres nuestra salvación, de generación en generación». Y si Él es nuestra salvación, recordemos que dice: «Llámame en tu aflicción, que vendré a ayudarte»”.

Como respuesta a su oración, el hombre recibe el medicamento necesario para su enfermedad. Por eso, no debe asombrarnos el hecho que los Santos Padres consideren a la oración como un remedio extraordinariamente potente y benéfico. “La oración es un medicamento”, dice San Juan Crisóstomo, agregando: “La oración es el medicamento de la salvación”, “es nuestra amparo, remedio para el alma y medicina para todos los males”, “la fuerza de la oración (...) es capaz de sanar enfermedades”.

(Traducido de: Jean Claude Larchet, Terapeutica bolilor spirituale, tradusă de Mihaela Bojin, Editura Sophia, Bucureşti, 2001, p. 305)