Palabras de espiritualidad

La oración, en pocas palabras

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La oración no es una mera repetición de determinada fórmula, sino que es una actitud, un compromiso de servirle a Dios, sintiendo que estás unido a Él con tus pensamientos, sintiendo que estás aferrado a Él y que confías y crees en Él, pase lo que pase.

Solamente con la oración podemos saber qué vínculo tenemos con Dios y qué vínculo tenemos con los demás. En la oración nos aparecen toda clase pensamientos que nos demuestran quiénes somos y qué somos.

Veamos, por ejemplo, la forma en que San Máximo el Confesor respondió cuando le preguntaron cómo hacía el Santo Apóstol Pablo para orar sin cesar, cosa que él mismo recomendaba, si todo el tiempo estaba ocupado evangelizando y ayudando a la Iglesia. San Máximo no dice que el Santo Apóstol Pablo orara con estas palabras: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!”, Al contrario, dice que: “La oración incesante consiste en tener tu mente constamente aferrada a Dios, con mucho amor y mucha añoranza, confiando con esperanza en Él y creyendo siempre en Él, sin importar lo que hagas o lo que te suceda”.

Esta es la respuesta de San Máximo el Confesor, de la cual entendemos que, de hecho, la oración no es una mera repetición de determinada fórmula, sino que es una actitud, un compromiso de servirle a Dios, sintiendo que estás unido a Él con tus pensamientos, sintiendo que estás aferrado a Él y que confías y crees en Él, pase lo que pase. Ese estado espiritual es lo que Dios recibe de ti como oración.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniți de luați bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, pp. 124-125)