Palabras de espiritualidad

La oración ensancha los horizontes del espíritu

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Cuando nos sentimos abrumados por el sentimiento de nuestra extrema nimiedad, la luz no-creada nos transfigura y nos lleva, como hijos, a la casa del Padre.

A quienes carecen de la experiencia de la oración les resulta difícil de creer la forma en que la oración ensancha los horizontes del espíritu. Algunas veces, la oración arde en el corazón como si fuera una llama potente; y, cuando el corazón se derrite con ese calor, inesperadamente cae sobre él el rocío del consuelo divino. Cuando llegamos a ser conscientes de nuestra propia fragilidad, a tal grado que nuestra mente empieza verse cerca de la desesperanza, sin saber de dónde, aparece una maravillosa luz que nos anuncia una vida que no tiene fin.

Cuando la oscuridad de nuestro interior es tan atroz que sentimos que nos paraliza el terror, esa misma luz transforma las tinieblas de la noche en el fulgor del amanecer. Cuando nos condenamos nosotros mismos al castigo eterno, descendiendo en agonía a las profunidades del infierno, surge una fuerza divina que eleva nuestra mente a las alturas. Cuando nos sentimos abrumados por el sentimiento de nuestra extrema nimiedad, la luz no-creada nos transfigura y nos lleva, como hijos, a la casa del Padre.

(Traducido de: Arhimandritul SofronieRugăciunea experiența vieții veșnice, Editura Deisis, Sibiu, 2001 p. 77)