Palabras de espiritualidad

La oración libera al hombre

  • Foto: Adrian Sarbu

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Translation and adaptation:

El que no ora sigue siendo un esclavo, encerrado en el complejo mecanismo de la naturaleza exterior y las inclinaciones de las pasiones que lo dominan.

La oración libera al hombre, lo desata de su naturaleza exterior y de sí mismo. De esta forma, la oración mantiene el alma abierta hacia Dios como Persona. El que no ora sigue siendo un esclavo, encerrado en el complejo mecanismo de la naturaleza exterior y las inclinaciones de las pasiones que lo dominan con más fuerza que la naturaleza misma.

La oración asegura la libertad ante los complejos mecanismos del mundo exterior, esos que componen el conjunto de las leyes naturales. Orando, el hombre reafirma su convicción de que tales mecanismos son sólo contingentes y derivan de la intervención libre de la Persona suprema que los creó. Dicha convicción se fundamenta en el hecho que las mismas personas humanas pueden disponer libremente de ciertos mecanismos de las leyes naturales, dirigiéndolos a la consecución de sus propios objetivos.

Mi mente tiene el poder de ordenarle a mi cuerpo que se mueva como ella dicte; valiéndose de mi cuerpo y de las herramientas que tiene a su alcance para ayudarse, mi mente puede actuar sobre los objetos y las fuerzas de la naturaleza. Esta capacidad es algo común a todas las mentes humanas. Con mi oración, puedo conseguir que los demás intervengan en el mecanismo de las leyes naturales de una forma útil para mí. De este modo, los hombres pueden desarrollar entre sí un diálogo libre, por medio de los objetos y las fuerzas naturales. Cada hombre afirma una libertad propia obrando en la naturaleza, y afirma la libertad de los demás cuando les dirige una oración. Pero, pidiendo una intervención libre del otro, el hombre espera también para sí una libertad ante determinados mecanismos de la naturaleza que él mismo no puede dirigir.

(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, Rugăciunea lui Iisus și experiența Duhului Sfânt, Ed. Deisis, Sibiu, 1995, pp. 67-68)