La oración más sencilla y directa hacia Dios
Dios no necesita nuestras postraciones, ni nuestras oraciones largas. ¡Es suficiente con un llamado fuerte y conciso, brotando desde el fondo de nuestro corazón!
Cuando tus obligaciones laborales no te permitan cumplir completamente con tu regla de oraciones, intenta al menos abreviarla un poco. Pero nunca la hagas a toda prisa. Dios está en todas partes. Por la mañana, agradécele y pídele Su bendición con tus propias palabras, haciendo algunas postraciones... ¡y es suficiente! Con Dios no debemos comportarnos “como podamos”, sino siempre con gran fervor. Él no necesita nuestras postraciones, ni nuestras oraciones largas. ¡Es suficiente con un llamado fuerte y conciso, brotando desde el fondo de nuestro corazón! Y esto es algo que puedes hacer hasta cuando vas de camino al trabajo. En consecuencia, sí es posible orar sin cesar. Procura hacerlo siempre, dirigiendo todos tus actos en esta dirección.
¿Qué hacer cuando nuestra mente no es capaz de empezar a orar? Si se trata de las oraciones que hacemos en la casa, podemos dejarlo para un poco más tarde. Si, aún demorándola, vemos que no conseguimos concentrarnos en orar, esforcémonos en leer nuestra regla de oraciones —aún coaccionando nuestra mente—, dedicándole todas nuestras fuerzas y esmerándonos en entender lo que leemos y pronunciamos. Es como cuando un niño no quiere obedecer, y logramos que se calme dándole un tironcito de orejas.
(Traducido de: Sf. Teofan Zăvorâtul, Rugăciunea, Ed. Egumenița, 2008, p. 38)