La oración nunca es elevada en vano
“Examinen, pues, con mucho esmero su conducta” (Efesios 5, 15). ¡Sobre todo en estos tiempos de engaño!
La oración nunca es elevada en vano, sea que el Señor responda a nuestra petición, sea que no lo haga. Por ignorancia, solemos pedir lo que no nos es útil y lo que podría resultarnos hasta pernicioso. Si no cumple con nuestra petición, por nuestro brío al orar Dios nos dará otra cosa, aunque no lo notemos. Por eso, aquellas palabras, “Se lo pediste a Dios... ¿acaso te respondió?” son inútiles. Quien ora pide cosas buenas para sí mismo. Pero, viendo que lo pedido no es por su bien, Dios no responde a esa petición y, así, le hace el más grande de los bienes. Porque si cumpliera con lo pedido, estaría dañando a la persona.
“Examinen, pues, con mucho esmero su conducta” (Efesios 5, 15). ¡Sobre todo en estos tiempos de engaño!
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Rugăciunea, Editura Egumenița, 2008, p. 55)