La oración pura nos alza hasta nuestro Señor
La oración requiere, al mismo tiempo, de ayuno y vigilia. El ayuno debilita las pasiones, y la vigilia las mata.
La oración no es una cosa difícil. Es un trabajo interior, un medicamento, una fuerte concentración del alma. La oración requiere, al mismo tiempo, de ayuno y vigilia. El ayuno debilita las pasiones, y la vigilia las mata.
La oración le da alas al hombre, lo hace alzarse al Cielo y le concede los carismas divinos. Cuando nos hallamos bajo la influencia de la Gracia de Dios, nuestra oración se hace pura.
Oremos sin cesar, aun estando tendidos en nuestro lecho y preparados para dormir o descansar. El anciano Porfirio aconsejaba así a uno de sus hijos espirituales: “No le pidas a Dios que te quite tus enfermedades, sino más bien ármate con la ‘Oración del corazón’ y con la paciencia. Y así obtendrás un gran beneficio”.
(Traducido de: IPS Andrei Andreicuț, Mai putem trăi frumos? Pledoarie pentru o viață morală curată, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2004, p. 43)