Palabras de espiritualidad

La paciencia ante las observaciones y las amonestaciones, una oportunidad para la alcanzar la santidad

    • Foto: Florentina Mardari

      Foto: Florentina Mardari

¿Por qué el padre me reprende con tanta severidad? En estos días, el anciano me ha hecho cualquier cantidad de observaciones, casi por todo lo que hago…

Una vez, empecé a sentirme apesadumbrado por haber recibido varias observaciones y amonestaciones. Ciertamente, era incapaz de entender mi propia culpabilidad.

—¿Por qué el padre me reprende con tanta severidad? En estos días, el anciano me ha hecho cualquier cantidad de observaciones, casi por todo lo que hago… Una y otra vez recibo golpe tras golpe, justo cuando creo haber hecho bien las cosas. Todo eso me entristece mucho. Vivo temiendo que en cualquier momento venga y me regañe otra vez.

—Hijo, todo eso lo hace para santificarte… ¿y tú lo desprecias? ¿Qué dices que te repite tu anciano? ¡Que tendrías que haberte quedado en Kavsokalivia! Personalmente, recuerdo que una vez empecé a llenarme de una profunda añoranza por mis padres, y así se los conté a los ancianos del monasterio. En un primer momento, me preguntaron: “¿Cómo te sientes, hijo?”. “¡Bien, pero estoy muy triste!”. “¿Pero nos has preguntado si nosotros nos sentimos contentos?”. “¡Perdónenme! Sin embargo, no puedo evitar sentir esa congoja. Le pido a Cristo que me ayude a vencer este sentimiento, para que también ustedes se alegren”. Al regresar, no tenía permiso para hablar con nadie. Solamente un: “¡Bendígame!”, y nada más. Posteriormente, me enteré que los ancianos eran en verdad muy estrictos. Nadie resistía quedarse con ellos, todos se iban. Con todo, a mí me parecieron muy afables. Y me entristecía, porque no tenía mayores preocupaciones que enfrentar.

(Traducido de: Părintele PorfirieAntologie de sfaturi și îndrumări, Editura Bunavestire, Bacău. pp. 195-196)