La paciencia es la mejor escuela de la virtud
Vino alguien y te maldijo; pero tú, en vez de responderle, lo bendijiste… ¡qué vergüenza para los enemigos de tu alma! Esta es la conducta que pide de nosotros el espíritu del Evangelio.
Te insultaron, y tú, en vez de responder, fuiste paciente y te quedaste callado. ¡Esta es una victoria que no se ve! Alguien se burló de ti, y tú, en vez de responderle, empezaste a orar por él. ¡Qué grandeza de alma! Vino alguien y te maldijo; pero tú, en vez de responderle, lo bendijiste… ¡qué vergüenza para los enemigos de tu alma! Esta es la conducta que pide de nosotros el espíritu del Evangelio, al decir: “Amad a vuestros enemigos y bendecid a quienes os maldicen. Haced el bien a quienes os odian y orad por aquellos que os hacen el mal y os persiguen” (Mateo 5, 44). Y es que nuestra lucha espiritual no es en contra del cuerpo y la sangre, sino en contra de los espíritus espíritus impuros que hay en lo etéreo. Solamente el odio hacia ellos es legítimo y virtuoso, justo y salvador.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin- Petre Lică, Editur Predania, București, 2010, p. 10)