Palabras de espiritualidad

La paciencia es siempre recompensada

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Ten temor de Dios y mantente alejado del mal. Eso será un remedio para tu cuerpo, y allí encontrarás el vigor.” (Proverbios 3, 8)

Debes saber, querido mío, que el maligno no necesita tentar a quienes ya se tientan a sí mismos, dejándose arrastrar por las cosas del mundo. Y que los que son tentados (por el demonio) cuidan su honra y corona, pero no esos que descuidan las cosas de Dios, ni aquellos que yacen todo el día. Pero tú dices que eres tentado en gran medida, recordando las palabras del profeta (Salmos 37, 7). Recuerda: “Ten temor de Dios y mantente alejado del mal. Eso será un remedio para tu cuerpo, y allí encontrarás el vigor. (Proverbios 3, 8). Cerca está el gran Médico, para quienes sufren, Aquel que carga con nuestras impotencias, y Quien nos sanó con sus propias heridas (Isaías 53, 5); ante nosotros se halla aún hoy, ofreciéndonos su redentora sanación. “Yo hiero, y soy Yo mismo el que sano, y no hay quien se libre de Mi mano. (...) Quédate tranquilo, no tengas miedo, y que tu corazón no te falle. (...) ¿Puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque alguna lo olvidase, Yo nunca me olvidaría de ti.”, dice el Señor (Deuteronomio 32, 39; Isaías7, 4 y 49, 15). “Porque el ave se entrega de corazón a sus crías y las llama, alimentándolas con su pico; luego, más grande es Mi compasión con Mis criaturas. Más grande es Mi piedad para contigo y te sana. Y te habla a la mente y alimenta tu pensamiento, como el ave alimenta a su polluelo. Porque te alimentaré con el santo temor y el anhelo de las cosas celestiales, con el alimento de los suspiros y el consuelo, con el alimento de la humildad y los cánticos, con el alimento de los conocimientos más profundos y el alimento de los misterios divinos. Y si miento, diciéndote todo esto, Yo, Señor y Padre tuyo, reconvénmelo y te escucharé.”

Todo esto nos lo dice el Señor, por medio de nuestro pensamiento.

(Traducido de: Cerească Înțelepciune de la cei de Dumnezeu luminați Dascăli despre Cum să biruim deprimarea, ediția a 2-a, traducere de Constantin Făgețan, Editura Sophia, București, 2008, pp. 115-117)

 

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