La paciencia no es tener que soportar a alguien
La verdadera paciencia es sentirme culpable por la situación del otro y sufrir por él. Ésta implica mucha humildad y amor; entonces recibes la Gracia de Dios y, luego, el otro es ayudado.
La paciencia no es tener que soportar a alguien. Porque cuando digo que tengo que soportar a alguien, es como si dijera: “Pobre de aquel... personalmente yo estoy bien y por eso lo aguanto”.
La verdadera paciencia es sentirme culpable por la situación del otro y sufrir por él. Ésta implica mucha humildad y amor. Entonces recibes la Gracia de Dios y, luego, el otro es ayudado. Supongamos que veo a alguien que cojea, o a un sordo, o quizás a un drogadicto. El primer pensamiento que debería pasarme por la mente es: “Si yo tuviera un buen estado espiritual, le pediría a Dios por esta persona y se recuperaría”, porque Cristo dijo: “Les daré el poder de hacer milagros más grandes que Yo”. Y, así, vendrían a mí el dolor, el amor por el otro. Mientras que, si digo. “¿Qué hago..? Me quedaré un tiempo junto a él, porque de todas formas seré recompensado”, entonces lo que hago es aguantar a mi semejante, justificándome a mí mismo porque ya cumplí con mi deber.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. III Nevoință duhovnicească, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 103)