Palabras de espiritualidad

La paciencia nos abre las puertas del Paraíso

  • Foto: Bogdan Bulgariu

    Foto: Bogdan Bulgariu

Allí viviremos para siempre con el Señor. ¡Entonces, hermanos, que Él nos conceda encontrarnos en aquel lugar!

Antes de partir a la región de Banato, dos de sus discípulos —el hieromonje Clemente y el monje Cleofás— vinieron a ver al anciano  y, llorando, le dijeron:

—Venerable padre, sabemos que pronto usted partirá de entre nosotros y no volveremos a verlo en esta vida. Díganos unas últimas palabras de edificación para el alma.

Y el padre Vicente, poniéndole una mano en la espalda al padre Cleofás y con la otra golpeando suavemente la mesa, dijo:

—Escúchame, padre Cleofás. Pon atención a lo que te va a decir este cura. Esto es lo último que te diré: ¡paciencia, paciencia, paciencia! Y, cuando te parezca que te has quedado sin paciencia, empieza nuevamente: ¡paciencia, paciencia, paciencia!

—¿Cuánta paciencia, padre, hasta qué punto?

—¡Hasta llegar al sepulcro! Y, después, hijos míos, iremos al jardín del Paraíso. ¡Y allí las aves cantan de una forma espléndida! ¡Y hay árboles con flores y frutos de oro! Y praderas floridas que nunca se marchitan. ¡Y manantiales de agua cristalina! Allí veremos a las legiones de los santos. Allí será donde escucharemos a los ángeles cantar. Allí viviremos para siempre con el Señor. ¡Entonces, hermanos, que Él nos conceda encontrarnos en aquel lugar!

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Patericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, Neamț, 2005)