La paciencia que nos ayuda a vencer al maligno
El Señor trazó una línea vital, para que, eligiendo el camino de las pruebas, las tribulaciones y la muerte, que Él Mismo recorrió, lo sigan todos los que verdaderamente creen en Él y quieren estar con Él.
Seamos como un yunque, que, aunque golpeado sin piedad una y otra vez, no cede jamás. Así, rechacemos la debilidad, la pequeñez espiritual y la acedia que nos inspiran las pasiones. Al contrario, si somos pacientes en el sufrimiento, terminaremos venciendo a nuestro enemigo. Porque también el Señor, en su paso por este mundo, fue azotado, insultado, perseguido, escupido y zaherido, y al final fue castigado por los impíos con una muerte oprobiosa en la cruz. Él soportó todo eso por nuestra salvación, trazando una línea vital para que, eligiendo el camino de las pruebas, las tribulaciones y la muerte, que Él Mismo recorrió, lo sigan todos los que verdaderamente creen en Él y quieren estar con Él. Si Él Mismo —con Su pasión y, después, con Su muerte en la cruz— venció, y, siendo crucificado, crucificó, y, muriendo, mató, destruyendo el pecado y los poderes del maligno, como dice: “Y, una vez despojados los Principados y las Postestades, los exhibió públicamente, incorporándolos a su cortejo triunfal”, también nosotros, si somos pacientes ante los ataques del maligno, durante toda nuestra vida, lo venceremos con la fe, la paciencia y la esperanza en el Señor. Haciendo esto, nos volveremos dignos de ser salvados y nos llenaremos de la santidad del Espíritu Santo, para hacernos herederos de la vida eterna, la cual espero que todos podamos alcanzar en Cristo Jesús, nuestro Señor, a Quien se debe todo honor y todo poder, por los siglos de los siglos. Amén.
(Traducido de: Sfântul Macarie Egipteanul, Cuvinte ascetice și epistole, Vol. II, traducere de Laura Enache, Editura Doxologia, Iași, 2017, pp. 301-302)