La paz que da un padre espiritual
El sacerdote santo representa el ícono vivo y perceptible del culto cristiano, un ícono que es visible para todos, y por medio del cual se juzga la santidad de los principios evangélicos.
La santidad del sacerdote es el verdadero atavío que le dignifica y realza entre el resto del mundo, lo que lo diferencia en todo momento y lugar, y lo que lo hace digno del respeto y reverencia de los demás. El sacerdote santo llena de paz los corazones de los fieles, tranquiliza sus conciencias, se hace ejemplo y modelo de vida cristiana, y representa el ícono vivo y perceptible del culto cristiano, un ícono que es visible para todos y por medio del cual se juzga la santidad de los principios evangélicos, incluso por parte de aquellos que están fuera de la Iglesia. Estos, admirando el ícono vivo del sacerdote, admiran, de hecho, nuestra divina fe, diciendo: “¡Vean todos qué pastores ha dado nuestro pueblo al cristianismo!”.
(Traducido de: Sfântul Nectarie de la Eghina, Despre preoție, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 65)