Palabras de espiritualidad

La paz que nos ofrece la Madre del Señor

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Desde aquel día, mi disposición entera cambió. Una paz profunda vino a mi interior, gracias a aquella sonrisa de la Madrecita del Señor.

Amemos mucho a la Madre del Señor. Elevémosle nuestras oraciones, utilizando nuestro komboskini; leamos cada día su Paráclesis, y ella nos llevará a todos al Paraíso. Un día la vi como una muchachita de unos quince años —tal como aparece en el ícono llamado “La que está presta para escuchar nuestras plegarias”, que tengo en mi celda—, cuando se cantaba el Himno de los Querubines y yo estaba de rodillas. La vi ante las Puertas Santas, sosteniendo en sus brazos al Niño Jesús. Nunca olvidaré su mirada dulce, que me llegó hasta el corazón. Me fijé también en su cabello, que tenía atado con dos colas... pero, toda mi atención se cconcentró en sus ojos. Comencé a orarle, diciéndole: “Oh, Madre del Señor, ¿qué vendrá para nosotros? ¿Qué pasará con este monasterio? ¡Siento que no hacemos nada! ¿Cómo, entonces, podremos salvarlos?”. Y ella me sonrió. Desde aquel día, mi disposición entera cambió. Una paz profunda vino a mi interior, gracias a aquella sonrisa de la Madrecita del Señor.

(Traducido de: Stareţa Macrina Vassopoulos, Cuvinte din inimă, Editura Evanghelismos, p. 208)