La presencia y la voz de Dios en la mente y el corazón del hombre
La conciencia es el rostro del hombre vuelto hacia el Sol de la existencia. Es el pensamiento de Dios, pero “instalado” en el hombre, y por eso depende de este.
La conciencia es el pensamiento alojado por Dios en el hombre, como una chispa quemante y luminosa. La conciencia alumbra por completo la mente y la obliga a distinguir entre el bien y el mal. En la conciencia, lo humano se encuentra con lo divino. La conciencia pertenece tanto a Dios como al hombre. Por medio suyo, el hombre se halla en una relación ontológica-dialógica con Dios. Es el rostro del hombre vuelto hacia el Sol de la existencia. Es el pensamiento de Dios, pero “instalado” en el hombre, y por eso depende de este.
Por medio de la conciencia, el hombre habla consigo mismo, pero en sí mismo ve a Dios y le responde a Dios. A través de los mandatos y las amonestaciones de carácter absoluto de la conciencia, se expresan los mandamientos y las amonestaciones de Dios. El hombre es un polo de Dios. Una conciencia sin mente o razón no podría obrar. Pero tampoco estas pueden hacer nada sin la conciencia.
(Traducido de: Alexandru Prelipcean, Spiritualitate creștină și rigoare științifică: Notele de subsol ale Filocaliei românești. Volumul I, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 220)