La primera utilidad de la confesión frecuente
Así como un árbol viejo y enorme no puede ser derribado de un solo golpe, tampoco un hábito viejo y pernicioso puede ser desenraizado y destruido con el solo sufrimiento del corazón —y éste, quizás imperfecto— que demuestra el que se arrepiente, al confesarse.
Tal como los árboles que son replantados una y otra vez no pueden echar raíces profundas en la tierra, así también nuestros pecados y malos hábitos son incapaces de enraizarse en nuestro corazón, si nos confesamos con frecuencia.
O, explicado de mejor manera, así como un árbol viejo y enorme no puede ser derribado de un solo golpe, tampoco un hábito viejo y pernicioso puede ser desenraizado y destruido con el solo sufrimiento del corazón —y éste, quizás imperfecto— que demuestra el que se arrepiente, al confesarse. Esto, aunque su pecado sea perdonado por medio de las oraciones del sacerdote.
(Traducido de: Sfântul Nicodim Aghioritul, Carte foarte folositoare de suflet, Editura Fotini, 2007, p. 179)