La causa de la falta de fe es una sola: el hombre no obra para Dios, sino que hace todo para satisfacer sus pasiones. Las alimenta, las sustenta y, así, no le queda sitio para Dios. Por eso es que el hombre deja de sentir a su Creador. “El Reino de Dios está en vuestro interior” (Lucas 17, 21), dice nuestro Señor. Esto es algo que empieza ya desde esta vida, aquí, en la tierra. Cuando el alma se llena del amor divino, la vida celestial empieza para ella.

(Traducido de: Părintele Ambrozie Iurasov, Îndrumar creștin pentru vremurile de azi. Convorbiri cu Părintele Ambrozie. Vol. I, Editura Sophia, București, 2004, p. 13)