La razón de tener un custodio enviado por Dios
Si la relación entre el hombre y su ángel guardián se rompe, el hombre se extravía, el ángel se aleja, el demonio aparece y vence sin tan siquiera tener que luchar.
Es muy interesante el relato de los tres jóvenes que fueron enviados al horno en Babilonia, castigados injustamente. Junto a ellos había otra persona, el Espíritu de Dios, protegiéndolos del dolor. El hombre tiene este defensor que se identifica con todo el peso de su vida: esa es la razón por la cual Dios nos da un ángel guardián. No nos lo da para quién sabe qué cálculos y cuentas, o para que sea nuestro cómplice en el desorden de nuestra vida, como un custodio que, sin importar qué hagamos, siempre vendrá a socorrernos. ¡No! Dios le dio al hombre la humildad y la sencillez, además de las tribulaciones de la vida, para curtirlo, para enseñarle los entresijos de la vida. El ángel lo ayuda a superar todo; por eso, entre ambos debe existir una relación que dure hasta la salvación del alma. Si la relación entre el hombre y su ángel guardián se rompe, el hombre se extravía, el ángel se aleja, el demonio aparece y vence sin tan siquiera tener que luchar.
Al ser tonsurado, al monje le pregunta su stárets: “¿Por qué has venido, hermano? ¿Deseas voluntariamente la vida espiritual?”. “Sí”. Pero debes saber que aquí tendrás que enfrentar duras pruebas, humillaciones y toda clase de cosas que seguramente no serán de tu agrado. Sin embargo, solamente esas cosas que al principio no te agradan, son las que fortalecen tu alma y tu paciencia, preparándote para una vida excepcional…
(Traducido de: Adrian Alui Gheorghe, Părintele Iustin și morala unei vieți câștigate, Editura Credința Strămoșească, pp. 158-159)