La responsabilidad de la libertad
El Señor hace un llamado a nuestra libertad, que ningún poder del mundo nos podría quitar, porque ni Dios Mismo se atreve a tocarla.
Para seguir siendo discípulos del Señor y fieles a Su Palabra; para que podamos conocer la Verdad, para que podamos ser libres y librarnos para siempre del sometimiento del pecado, es necesaria nuestra colaboración. El Señor hace un llamado a nuestra libertad, que ningún poder del mundo nos podría quitar, porque ni Dios Mismo se atreve a tocarla. “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. “Si quieres ser perfecto, ve y vende todos tus bienes”. “¡Jerusalén, Jerusalén! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, pero no quisiste!”.
Dios no quiere llevarnos a la fuerza al Cielo. porque si entráramos allí con maldad en el alma, saldríamos como Adán, aunque él no era malo como nosotros. Y aunque entráramos, no en el seno de Abraham, sino en el mismo seno de Jesús, lo venderíamos como Judas, si no purificamos nuestra alma de toda maldad. Pero, como se sobreentiende, nuestra plena libertad implica también nuestra plena responsabilidad.
(Traducido de: Arhimandritul Paulin Lecca, Adevăr și Pace, Tratat teologic, Editura Bizantină, București, 2003, p. 116)