La responsabilidad del padre espiritual
Al ser ordenado padre espiritual, el sacerdote recibe también el mandato divino que le explica cuál será su misión: “Trata de ser el modelo de los creyentes por tu manera de hablar, tu conducta, tu caridad, tu fe y tu vida irreprochable” (I Timoteo 4, 12).
La responsabilidad del padre espiritual es fundamental y compleja. Grande es también su tarea, al asumir esa enorme herencia, imagen de la fe inmutable, de la esperanza fuerte y del amor evangélico, sorteando todos los obstáculos que podrían aparecer en su camino al guiar a sus hijos espirituales, de acuerdo a la voluntad de Dios. Al ser ordenado padre espiritual, el sacerdote recibe también el mandato divino que le explica cuál será su misión: “Trata de ser el modelo de los creyentes por tu manera de hablar, tu conducta, tu caridad, tu fe y tu vida irreprochable” (I Timoteo 4, 12).
Tampoco es fácil la responsabilidad de sus hijos espirituales, porque tendrán que enfrentar muchas tareas, la más importante siendo la libertad de su propia salvación. El camino a la salvación comienza cuando vuelves a Dios con el sentimiento y la consciencia de tu propia perdición. Esta consciencia nos obliga a buscar un Redentor y a muchos les hace acercarse a la Iglesia. Y aquí, en el portal de la Iglesia, junto al manantial de la salvación, podría aparecer la primera piedra de estorbo para el individuo que se despierta a la vida espiritual y para el confesor que recibe a este “recién nacido espiritual”, para educarle. El hombre entra a la Iglesia lleno de nuevos sentimientos y se dirige con su mente directamente al Reino de los Cielos, a la altura de los misterios ocultos por el dosel de las Revelaciones divinas.
(Traducido de: Arhimandritul Ioan Krestiankin, Povăţuiri pe drumul crucii, Editura de Suflet, Bucureşti, 2013, pp. 14-15)