La respuesta de la Madre del Señor a nuestras plegarias
Invocamos a la Bondadosísima Madre de Dios, y ella ora por nosotros. La enaltecemos, a ella que está más allá de toda gloria, y ella nos prepara la gloria eterna.
¡Señot, Tú que tienes un amor infinitamente más fuerte que el de cualquier padre, madre, esposo o esposa, ten piedad de nosotros!
¡Madre de Dios, Señora nuestra! ¡Tú, que tienes un amor por la humanidad que no puede ser comparado con el de cualquier madre de este mundo, o el de cualquier esposa, atiende nuestras oraciones y protégenos, para que te recordemos desde lo profundo del corazón! ¡Para seguirte invocando con perseverancia! ¡Para que sigamos acudiendo a Tu manto poderoso, sin pensarlo dos veces, sin demorarnos, sin titubear!
Nosotros invocamos a la Bondadosísima Madre de Dios, y ella ora por nosotros. La enaltecemos, a ella que está más allá de toda gloria, y ella nos prepara la gloria eterna. Le decimos: “¡Regocíjate!”, y ella le pide a su Hijo, nuestro Señor: “Hijo mío muy amado, ya que ellos me saludan diciéndome '¡Regocíjate!', otórgales la felicidad eterna!”.
(Traducido de: Sfântul Ioan din Kronstadt, Viaţa mea în Hristos, Editura Sophia, Bucureşti, 2005, p. 83)