Palabras de espiritualidad

La salvación de los padres depende también de la forma en que hayan educado a sus hijos

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

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Y he aquí que los hijos son la herencia del Señor, la recompensa del fruto del vientre”, dice el salmista y profeta David. Pero si el padre o la madre se sienten agobiados o gritan a los niños, cometen un enorme pecado frente a Dios.

En muchas partes, la Sagradas Escrituras hablan de la responsabilidad de los padres para con sus hijos. En el Antiguo Testamento encontramos ejemplos de cómo los padres han sido castigados por la falta de fe de sus hijos. Así le sucedió, por ejemplo, al sacerdote Eli, de quien Dios de dijo al profeta Samuel: “Tú le anunciarás que yo condeno a su familia para siempre, porque sabía que sus hijos ofendían a Dios y no los ha corregido. ” (I Samuel 3, 13).

A las mujeres casadas, el Apóstol Pablo les dice: “Se salvarán engendrando a sus hijos, si se esfuerzan en educarlos con sabiduría, fe, amor y santidad” (I Timoteo 2,15). Por eso, debemos entender que el mandamiento de traer hijos al mundo, comprende también la obligación, de la mujer casada, de dedicar su vida a educar a sus hijos. Dios envía los hijos, no como una carga o como un castigo, sino como un camino bendito para la mujer casada, y también como un consuelo.

“Y he aquí que los hijos son la herencia del Señor, la recompensa del fruto del vientre”, dice el salmista y profeta David (Salmo 126, 3). Pero si el padre o la madre se sienten agobiados o gritan a los niños, cometen un enorme pecado frente a Dios.

(Traducido de: Nikolaj Evgrafovich Pestov, Cum să ne creștem copiii: calea spre desăvârșita bucurie, traducere din limba rusă de Lucia Ciornea, Editura Sophia, București, 2005, p. 17)

 

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